Desterrando al 'estúpido votante’
- Victor
- 23 jun 2023
- 3 Min. de lectura
El ‘concepto del estúpido votante’ se debate ampliamente en mesas de bares, pero ¿es realmente válido involucrarse en el debate? En esta entrada, intentaré explorar ciertos tópicos de la "estupidez del votante” en el complejo sistema democrático de una república.

Comenzaré con un concepto que estuvo muy en boga en la última contienda electoral de un país mediterráneo sudamericano: "el voto útil". Cuando un ciudadano reprime su capacidad de crítica y objetividad ante los hechos políticos debido al fanatismo o por temor, está en ‘modo voto útil’ para las facciones políticas en competencia electoral. ¿Y, por qué?, porque el votante opta por apoyar una propuesta de campaña por el dogma que dicta el fanatismo[1] o bien, por temor a desperdiciar su voto.
Sea uno u otro, automáticamente distorsiona su verdadera voluntad política y se vuelve un ciudadano manipulable. Hasta aquí, él [ciudadano votante] es responsable de ser un voto útil, pero no es el único responsable.
Para que existan "votos útiles", se requiere de un sistema con factores estructurales socioeconómicos, culturales, educativos e informativos que, con mayor o menor presión, condicionan la capacidad de decisión del votante.
Además de esos factores que en próximas entradas trataré, para que haya un verdadero voto útil, hay un factor o elemento constitutivo llamado "estupidez humana", que se construye a través de cuatro niveles a saber:
Desde su ser filosófico, la estupidez humana se refiere a su capacidad inherente de cometer errores, tomar decisiones irracionales y actuar de manera contraproducente para sí o para la sociedad. Esto se manifiesta en acciones destructivas y de sobrantes prejuicios. Aquí, la reflexión y el compromiso con la búsqueda de su "sabiduría" política están muy lejos de aclarar su mente electoral.
·Otro aporte a la estupidez humana proviene de lo psicológico, que refiere a los sesgos cognitivos y las limitaciones en el razonamiento que llevan a decisiones "irracionales" influenciadas por las emociones, la falta de pensamiento crítico y el temor a salir de la "zona conocida de confort personal".
·La tercera contribución emana de su condición sociológica que le permite sostener su estupidez humana en base a comportamientos, actitudes o decisiones colectivas (por rebaño) contrarias al interés social. Esta estupidez acentúa y perpetúa las desigualdades, reproduciendo patrones de manipulación debido a la falta de conciencia social.
·Por último, el otro elemento constitutivo de la estupidez humana deriva de la perspectiva política. El hombre accede a sus análisis político desde los errores o decisiones irracionales de adhesión a líderes políticos incompetentes pero carismáticos, la adopción de ideologías extremas o la falta de participación política informada. Además, de no desgranar la manipulación de la opinión pública aturdido por la sobreinformación que cambia la agenda política constantemente y lo adormece, contribuyendo a la polarización de visiones repitiendo consignas, dogmas y eslóganes.
En conclusión, el "concepto del estúpido votante" que se debate ampliamente en mesas de bares es una compleja simbiosis entre la estupidez humana en el contexto que genera el sistema político-partidario que involucra factores individuales, filosóficos - ideológicos, sociales y estructurales. Comprender sus causas y sus consecuencias es fundamental para fortalecer a un ser republicano[2]. Ese ser debe gestionarse a sí mismo para no caer la manipulación del voto útil, a través de la participación ciudadana, informada y reflexiva. Esa gestión es individual y colectiva al mismo tiempo, en donde hay momentos que correrán de forma paralelas y en otras perpendiculares cruzándose tantas veces sea necesaria en los terrenos de la educación política, el pensamiento crítico y la conciencia social, con el objetivo de construir sociedades justas, equitativas y responsables en la toma de decisiones políticas para administrar la cosa pública.
[1] Entiendo al fanático político como aquel que profesa una devoción extrema y ciega a una creencia ideológica o persona pública política.
[2] Este concepto lo comprendo como aquel hombre que respalda y promueve los principios de una república, como la igualdad, la participación ciudadana, la soberanía popular y el Estado de derecho. Valora la democracia, la justicia y la responsabilidad cívica, buscando el bien común y el equilibrio entre los derechos individuales y los intereses colectivos.
*Por Victor Hugo Olivares. Profesor. Comunicador Social. Egresado de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata -UNLP (Argentina). Desempeñó diversas actividades y cargos relacionados con la comunicación corporativa para empresas privadas, entes gubernamentales y ONG's. Actualmente, reside en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) realizando asesoramiento en comunicación interpersonal y corporativa, como así también el dictado de talleres personales de comunicación política y oratoria.
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