El onanismo en el intelectual político: una realidad devastadora
- Victor
- 9 sept 2024
- 3 Min. de lectura
Transformación de la cosa pública
Comunicación política
A lo largo de la historia, diferentes épocas han marcado el pensamiento político, transmitiendo sus lineamientos a las generaciones siguientes. Esta evolución se refleja en políticos, analistas, periodistas e influenciadores.
El pensamiento político parte de la filosofía, que cuando se radicaliza, se convierte en ideología. Esta ideología es la que define las interacciones sociales y moldea cómo debe funcionar la cosa pública.
La ideología actúa como una herramienta que organiza a la sociedad bajo principios y valores específicos, a menudo derivados de debates filosóficos sobre cómo debería ser la cosa pública. De esta manera, las sociedades, compuestas por grupos de pensadores políticos, luchan por ser el canal a través del cual fluyen las interacciones sociales, buscando cohesión bajo preceptos, visiones, misiones, valores y principios compartidos.

Este enfoque ha estado presente desde los albores de la civilización, adaptándose a los cambios históricos que influencian cada época. Sin embargo, hoy en día, al acercarnos al final del primer cuarto de siglo, el pensamiento político se encuentra en retirada, sin señales de que vaya a resurgir con fuerza en el futuro próximo. ¿A qué se debe este colapso?
Existen cuatro razones clave para entender esta realidad:
1. Cambios rápidos en la percepción pública: Los ciudadanos ahora comprenden la cosa pública de manera diferente. Ya no se limita a grandes mítines unidireccionales, donde partidos, periodistas y medios eran los únicos protagonistas.
2. Impacto de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación): La irrupción de las tecnologías digitales permite que los individuos articulen datos, información y acciones en tiempo real. Esta conectividad empodera a las personas para generar debates, propuestas y acciones sobre el porqué, el para qué y el cómo de la cosa pública.
3. Transformación de los medios de comunicación: Los medios tradicionales ya no tienen el monopolio sobre la "verdad revelada". La agenda pública, que antes era controlada en complicidad con lo político, está siendo desafiada por ciudadanos comunes que, a través de las redes sociales, se han convertido en periodistas y audiencia al mismo tiempo, transformándose en protagonistas y espectadores de la cosa pública.
4. Dinámicas sociales cambiantes: La sociedad actual forma alianzas temporales y sin compromisos a largo plazo, que se disuelven una vez alcanzados los objetivos. Esta flexibilidad social desafía la cohesión que antes ofrecía la ideología política.
Estos cuatro factores han sido subestimados por el pensador político tradicional, que en su visión estática y etnocéntrica de la cosa pública, ahora enfrenta las consecuencias de su incapacidad de adaptarse a los cambios.
Como resultado, el pensador político tradicional ha caído en lo que puede llamarse "onanismo intelectual político", es decir, una autoindulgencia en debates y reflexiones que no ofrecen soluciones reales ni un propósito práctico para los desafíos actuales. Este enfoque genera una desconexión con las realidades sociales contemporáneas, atrapando al político en ideas abstractas y sin impacto significativo en la sociedad.
El pensamiento político actual se ha convertido en un ejercicio de autosatisfacción mental que solo gratifica al político tradicional, pero no ofrece respuestas a los desafíos del presente. Esta actitud conlleva una consecuencia devastadora: la falta de un futuro claro para el pensamiento político. Si los políticos no reconocen que los pilares han cambiado y que la interacción social mediada por la tecnología define ahora el rumbo de la filosofía política y, en consecuencia, de la ideología, su rol ya no será el de pensadores influyentes, sino el de meros ejecutores de las demandas de una sociedad hiperconectada en esta revolución tecnológica.
Por Victor Olivares
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