ES BOLIVIA, [NO LA ENTENDERÍAS SI NO VAS POR SUS CALLES]
- Victor

- 20 oct
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El espejo de la profunda realidad boliviana

I. Introducción: la paradoja de la victoria
La segunda vuelta electoral, como la primera -esa de todos contra todos- en Bolivia no se ganó con la mejor planificación, sino con el mejor reflejo. Un viejo político diría: “con cintura”.
La victoria fue el resultado de una campaña que se sintonizó con la idiosincrasia profunda y el pragmatismo informal de la sociedad boliviana.Mientras tanto, el oponente (y los oponentes de la primera vuelta) se estrelló contra el muro de la realidad al proponer un modelo del “deber ser” ajeno a las callecitas de esa sociedad que vive detrás de carteles desgajados.
La dicotomía no fue, ni es, ideológica, sino de estilo cultural.
II. El espejo: la campaña del “todo lo amarramos con goma”
La campaña del binomio ganador fue, en el mejor de los casos, una desorganización planificada.
Su esencia fue el “echarle, que después arreglamos”, y la acción directa sin grandes estructuras visuales ni esquemas rígidos.
Esa forma de hacer política es el espejo de la vida cotidiana del boliviano:
El pragmatismo de la calle: en el mercado, en el transporte, en la pequeña empresa…, la improvisación es la principal herramienta de supervivencia. La solución se encuentra aquí y ahora; la planificación a largo plazo es un lujo o una ilusión.
La fe en el aguante: el lema no es “planificaremos el futuro”, sino “superaremos el presente”. La mentalidad de que “Dios, la suerte o lo que fuera proveerá” después de la acción, es una válvula de escape cultural que el votante reconoce como propia.
El ganador no ofreció un nuevo orden, sino una validación de la forma en que la gente ya vive.
La desorganización fue leída como autenticidad.
III. El muro infranqueable: el choque del “deber ser”
La estrategia opositora, con su organización, su estética visual y su esquema pulcro, representaba el “deber ser” de esa visión ideal de una política moderna, ordenada y tecnocrática.
Pero esa lógica chocó con una pared infranqueable:
Distancia cultural: lo “visualmente perfecto” fue interpretado por la sociedad profunda como ajeno, frío o elitista. La pulcritud de la organización fue vista como señal de que el candidato no comprendía la realidad cruda, esa mezcla de naciones originarias, criollas, de costumbres oportunistas y prácticas.
Desconfianza al esquema: en una cultura política marcada por la inestabilidad, los grandes esquemas son recibidos con escepticismo. La adaptación pragmática para salir del momento siempre vencerá a la promesa rígida del futuro.
El opositor no perdió por su mensaje, sino porque su forma de entregarlo negaba la idiosincrasia del votante.
IV. Conclusión: el diagnóstico social comunicacional
La victoria del binomio es, ante todo, un diagnóstico social con base en la comunicación.
La sociedad boliviana votó, no por ideología, sino por el estilo que mejor refleja su propia cultura de supervivencia. Esa que se escucha al sol de un taller:“¿Y si probamos adaptar un carburador de peta?”
Para cualquier futuro actor político del país, el mensaje es claro:
1. El manual de campaña occidental, centrado en el marketing y la estructura, es inútil si no se cimienta en la comprensión del pragmatismo informal.
2. La política exitosa en Bolivia exige que el líder se convierta en un espejo de la realidad cotidiana, demostrando aguante y la capacidad de construir sobre la marcha, amarrado con ligas y con nudos de fe.
El juego del toma y daca podrá haber comenzado, pero la primavera rápida solo llegará si la élite política deja de proponer un “deber ser”.
Entender lo que significa realmente ser Bolivia, para luego dar el salto al “deber ser”.
V. Cierre inconcluso: no es el lunes, son varios lunes
En verdad, con el diario del lunes son fáciles los análisis. Pero esto no pretende ser “el lunes después”, sino el diario de todos los lunes, para quienes hoy se perfilan hacia las subnacionales (departamentales y municipales).
Porque todavía quedan muchos lunes por transitar, y, si me lo permiten, esta opinión -de las tantas que vendrán- intenta comprender, si es que se puede, lo apasionante que es la comunicación política en una Bolivia que, al fin y al cabo, sigue mirándose en su espejo, aunque a veces no le guste lo que ve.
✍️ Por Víctor Olivares



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