Hábitos que ayudan (…en comunicación para crear sentimientos de identificación)
- Victor
- 3 mar 2021
- 4 Min. de lectura
Un buen proyecto o una gran idea no puede darse el lujo de perderse porque no se logró darle cuerpo con la palabra.Tener conocimiento del tema, saber de teorías y herramientas comunicativas no son garantías de seducción discursiva ante una audiencia.
Una buena disertación necesita de un buen parlante, que además tenga el “hábito comunicativo en positivo” que le permita potenciar el acto discursivo para desarrollar la idea o proyecto y -así- causar adhesión y empatía en la audiencia.
Un hábito de comunicación no debe confundirse con costumbre. El primero es dinámico y el segundo es estático. Por qué el hábito es dinámico, porque los hábitos son acciones, que siempre están innovando desde situaciones que a simple vista son rutinarias, y que de acuerdo a como se trabajen tendrán consecuencias positivas o negativas. Esas acciones son movilizadoras y ponen en marcha engranajes que lo diferencia de la costumbre.
Para clarificar la diferencia, supongamos que Juan X sale a caminar todas las mañanas; en consecuencia, existen acciones movilizadoras como organizar el horario, planificar la ruta, régimen de hidratación y comidas, conocer el comportamiento del clima…Estas acciones movilizadoras son constituyente del hábito de caminar, pues proyectan acciones y decisiones que en conjunto cierran en positivo hábito de caminar. En cambio, el acto de caminar por costumbre no requiere acciones, se camina porque así lo dicta la prolongada e interrumpida repetición de actos automáticos que ejecuta la persona.
¿Y sí se puede tener hábitos de caminar, por qué no se tiene hábitos de comunicar?.
Todos comunicamos. Nuestra vida transcurre en un permanente comunicar en lo familiar, laboral, social…, es decir, tenemos la comunicación de los etcéteras en nuestro transcurrir diario de la vida.
Cuando nos movemos en zonas conocidas, se crea una atmósfera de confort. Sin embargo, en algún momento esa atmósfera se contamina y genera nuevos escenarios. Para poder moverse se debe recurrir a generar acciones movilizadoras que nos den dominio sobre sí y tengamos salidas estoicas frente en situaciones incómodas aplicando los hábitos de comunicación.
¿Cuáles serían los hábitos positivos de comunicación que se pueden crear y/o modificar para un “propio estilo de comunicación”?.
Lo físico. Se dice que la primera impresión es la que cuenta y en gran medida mucho de razón existe. Una vestimenta adecuada a la circunstancia es algo que impacta positivamente a la audiencia. La postura física comunica y es crucial porque demuestra el grado de autoconfianza. Los binomios rigidez – dejadez; cortés – brusco y tranquilo – intranquilo serán los que deben estar equilibrados al momento de presentar el proyecto.
¿Parado o sentado?, dependerá de la coyuntura donde se desarrollará la disertación. Sí esta se desarrolla con pocos participantes y mediados por una mesa directorio, ponerse de pie no es aconsejable siempre y cuando no tenga material de apoyo que así lo requiera. Si está sentado y coloca los codos sobre la mesa o bien sostener su cabeza, es una señal de “desprecio” a sus interlocutores. Respete esta máxima: “si no lo ven, no pretenda que lo escuchen”. Si la coyuntura se lo permite, ¡párese!. Sienta presencia en el recinto con pasos suaves y mirando a la audiencia.
Postura abierta es clave, pues crea niveles de confianza a partir de comunicar sensaciones de seguridad. Una técnica muy frecuente es ir -a medida que se va desarrollando la disertación-, poniéndose “cómodo”, rompiendo levemente los protocolos del vestuario (por ejemplo; si se tiene saco o chamarra, sacárselo y colocarlo prolijamente sobre el respaldar de la silla).
La voz es otro hábito que se puede mejorar. La manera de cómo se utilice variará en la recepción del mensaje, debido a los aspectos emocionales que ella transmite. Primero es no perder el tono “conversacional” de la intervención, y para ello hay que tener una voz fuerte (no se refiere a gritar) y clara con variaciones de tono y ritmo es lo ideal. ¡Evite los tonos monótonos que inducen a la insensibilidad y reducen las emociones.
Los ojos hablan por sí solo, una mirada dura (tosca) incomoda al interlocutor. Establecer un contacto visual ameno con la audiencia es crear clima de confort en el ambiente. ¡Establecer pactos de confianza, es la clave. No desvíe la mirada, pues esta indica que es señal de disconformidad o desconfianza!.
A la mirada se les debe sumar la expresión facial que delata actitudes, preocupaciones y sentimientos. Tener presente que no se está en una partida de póker, en consecuencia, unas sonrisas -entre la seriedad que permite la coyuntura- crean sensaciones de distensión.

Nota de la nota:
Evitar tocarse la frente.
No realizar contacto visual o con muy poca frecuencia.
Desviar frecuentemente la mirada hacia los lados.
Evitar tocarse o frotarse la nariz.
Estos se asocian a un “interlocutor sospechoso”. Cuidado esto no quiere decir que el interlocutor sea así, muchas veces al romperse la zona de confort, la incomodidad provoca un nerviosismo no habitual y al no estar preparado con los hábitos comunicativos positivos; las acciones negativas brotan con mayor fuerza induciendo a la audiencia en sentido negativo para el disertante.
Comments