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La comunicación política: El caballero no tiene memoria y la dama no tiene pasado

  • Foto del escritor: Victor
    Victor
  • 2 ago 2021
  • 3 Min. de lectura

El ser humano es seductor por naturaleza y por más pequeñas que sean sus aspiraciones seductoras, siempre estará buscando el modo de emprender la acción para concretar el legado de don Juan.


Ese camino de seducción tiene momentos de recesos, algo así como una pausa para recargar fuerzas y continuar. Dentro de esos millones de seductores que tiene el mundo, hay uno y muy especial, el ‘seductor político’, ese que hace de su vida una seducción eterna con la sociedad.


Es seductor político posee una herramienta eficaz, que bien utilizada atrae, conquista y enamora a la sociedad electoral. Esa herramienta es la comunicación política.

El seductor sabe que la comunicación política son procesos que une el mundo de los votantes con su mundo político. Esos procesos de unión se manifiestan mediante mensajes persuasivos de uno y sobre el otro y viceversa, pero con un plus a favor del seductor: los procesos de comunicación política no se detienen nunca y el mundo se comporta a semejanza de los que la comunicación política les proporciona a través de un continuo bombardeo de mensajes desprendidos mediante líderes de opinión, analistas, noticieros, diálogos, medios de comunicación, RRSS… que exponen los temas ‘prioritarios’ de la cosa pública. Ello, genera un ambiente que nada se configura por fuera de los procesos comunicacionales políticos; y hoy -gracias a los avances de las tecnologías de la comunicación e información- se instalan acontecimientos políticos, que más temprano que tarde, se desvanezcan y para darle lugar a los nuevos sin llegar a cerrar el anterior.


Esa realidad es entendida y comprendida por el hombre y realiza todo lo que está a su alcance para estar a la par de esa velocidad; y en ese devenir, el seductor político, no se puede dar el lujo de estar en pausa, (tomarse un receso); porque comprende que esa acción se convierte en un bumerang sin blanco; y un bumerang que no da en blanco es letal para quién lo lanza porque desaparece de la escena pública.


Esa situación hace que exista un desplazamiento en el modo de entender la cosa pública y la gestión pública. Al no poder entrar en receso, consecuentemente debe gestionar la comunicación política por sobre otra gestión de la cosa pública. Así el hombre político, ya no es un político en sí mismo sino un generador de procesos de comunicación política constante para estar en permanente seducción con el electorado. Su aspiración es el amor eterno, que lo llevará a ser legislador, gobernador, presidente, no por sus cualidades sobre la cosa pública sino por las cualidades de gestión en comunicación política.


Es así que la gestión política se corre para dar lugar a los procesos de la comunicación política que será aplicada a cada instante de la vida pública y privada del seductor, para estar siempre en modo presente en el mundo de los votantes. Estar presentes sin memoria; en el aquí y ahora y hacer de dos mundos, un mundo de amor eterno sin cuestionamientos, puesto que los cuestionamientos vienen a buscar respuestas a los por qué (que interpela el pasado) y los para qué (que interpela el futuro). Una memoria sin memoria puede sostener al seductor, y queda demostrado que después de ocupar por años diversas bancas legislativas, o cargos en el poder ejecutivo de un país, salgan a la palestra electoral con una plataforma de acción contradictoria con su pasado, pero eso sí con eslóganes rimbombantes tales como: “ahora sí vamos a poner el país de pie”, o “el candidato es el proyecto”, o “somos el cambio”, y la lista sigue. Por ello que, el político es por siempre seductor que político, que está en eterna campaña política (seducción) construida por los procesos de comunicación política sin pausa.


En consecuencia, el Cupido, ese místico angelito que no usa bumerang sino un arco y flechas (comunicación política) que enciende el enredo pasional entre el caballero (seductor político) que no tiene memoria y la dama (masa electoral) que no tiene pasado… y es así que la construcción política de una sociedad no encuentra un futuro posible, por la sencilla razón de no reconocer su historia.


[No recordar el pasado, es vivir en el eterno presente repitiendo constantemente errores ya transitados por la falta de memoria colocando piquetes a los caminos alternativos hacia un futuro planificado].


 
 
 

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Victor Olivares Creado con Wix.com

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