La garantía sos Vos, no el Mesías
- Victor
- 4 sept 2023
- 7 Min. de lectura

Mucho se está hablando del fenómeno de la libertad que avanza, sin embargo, muy pocos hacen hincapié en la ineficiencia gubernamental de lo que ayer jugaron a la polarización de la ciudadanía. En ese juego ‘del bueno y el malo’ y ‘el gato y el ratón’, lo único que provocó es el hartazgo de un sector ciudadano aumentando la desconfianza tanto en unos como en otros de los bandos enmarcados en el sistema político tradicional.
Ese hartazgo se palpa en la desconexión entre la acción real del gobierno (gobierno entendido como la complementariedad y contrariedad existente entre oficialismo y oposición) y las problemáticas sociales reales e irresueltas, tanto en lo coyuntural como de fondo.
Esa separación tiene un impacto negativo en la estabilidad política en su conjunto, pues la desconfianza ya no solo está en los políticos, sino en las instituciones propias de un sistema democrático, representativo y republicano.
Hoy el sistema político tradicional sembró la polarización y es responsable directo de las consecuencias. Es responsable de una inestabilidad callejera, sin rumbo, sin destino.
Ahora bien, los nutrientes de esta inestabilidad están en la ruptura de la confianza. Esa ruptura se refleja en el desamor que viene después de la pérdida del sentimiento de amor hacia esos principios y valores que representaba el candidato y su partido. El ciudadano se ahoga en la desconexión emocional, en la tristeza y, a menudo, profesa una sensación de vacío o dolor causado por la ruptura de un vínculo emocional.
Ese estado, de saberse traicionado por creer en alguien que expuso principios y valores y creyó en ellos como solución a sus necesidades e inquietudes, no se produce por arte espontáneo. Ese proceso de desamor, desencanto, pérdida de confianza, requiere de fases.
La primera fase son las respuestas del sistema político y gubernamental tradicional. En esta fase, es frecuente escuchar en reuniones de gestión gubernamental de la cosa pública la siguiente frase: “aún no es el momento político”. El sistema político no comprende que la gestión y ejecución del aquí y ahora de la cosa pública es el cimiento sólido de todo lo político, y se maneja con una lógica corporativa político-partidario que se visualiza en los momentos previos a los actos eleccionarios; el sistema político aparece ofreciendo gestión en la mayoría de las veces a problemas coyunturales y no de fondo.
La característica irreversible de esta fase es que está marcada por el destiempo político, lo cual provoca la frustración del ciudadano al sentir que sus necesidades son solo atendibles durante 6 meses, para después pasar 42 meses con muchas penas y pocas glorias.
La segunda fase está caracterizada por la pérdida, producto de la relación 6/42. En esta etapa, el ciudadano posiciona sus sentimientos en uno de los extremos. Es decir, el ciudadano se proyecta en los extremos del arco político ideológico y desde allí, en soledad con su desamor a cuestas, comienza a agruparse con sus pares de igual a igual para buscar soluciones alternativas y así construir “estados de confianza paralelos”, no ya desde lo social, sino desde la particularidad de grupos reducidos. Allí, nacen los grupos de resistencias sociales de los más variados para “atacar” un problema de dimensiones pequeñas y coyunturales. Por ejemplo, la movilización del barrio por un semáforo, o el pavimento de tal o cual calle.
La tercera fase, producto de la desconfianza / sentimiento de descontento se pasa a un estadio de hartazgo, que es una reacción que muchos ya conocen “¡que se vayan todos!”, que se manifiesta de muchas maneras, desde la violencia en todas sus facetas como desde la apatía desmedida; pero todos tienen (la historia así lo demuestra) un final de redención que libere el estado de sufrimiento y degradación, mediante la salvación y alcanzar la regeneración, la recuperación o la restauración a un estado mejor o más virtuoso. Y así llega la luz. Y con esa luz, el Mesías -que con intencionalidad o no-, se posiciona como canalizador de un extremo del arco ideológico, y desde allí con su aura de redentor y por fuera del sistema político tradicional (por su poca o nula trayectoria política partidaria) y con la identidad construida a base de un sacrificio ‘privado’ representa las auténticas y legítimas acciones para concretar promesas incumplidas del sistema político tradicional.
En esta tercera fase, aparecen los rasgos simbólicos del Mesías, y desde allí, se construye la salvación encarnada en el redentor. Estos grandes rasgos son:
• La frescura hace a la autenticidad y viceversa: El Mesías se permite conectar con el ciudadano mediante una imagen basada en lo genuino y lo nuevo para contrarrestar los elementos simbólicos del político tradicional, que se percibe a sí mismo como parte de la élite política. El juego de autenticidad y frescura le permite presentarse como una persona común que comprende los desafíos y problemas de ciudadano, y desde allí construye lazos de empatía que lo van colocando en el centro de la escena política.
• Quiebra el status quo: Su accionar está marcado por romper las rutinas de la política tradicional, y ello provoca una adhesión en los ciudadanos jóvenes, que por naturaleza poseen una sangre efervescente llena de emociones, pasiones, fervores intensos y enérgicos de ideales que desgarren las viejas reglas.
• Sin ataduras: El Mesías, a menudo, se presenta como el ciudadano político de a pie y que no está comprometido con intereses particulares o corporativos. Ello genera un aura de honestidad que proyecta confianza en la ciudadanía harta de la corporación política.
• Sus mensajes son directos y sin filtros: El Mesías utiliza un lenguaje llano, sin rodeos y breve, manejando las metáforas y las parábolas para construir una narrativa discursiva franca y sincera, en contraposición a la narrativa política tradicional que utiliza lo "evasivo" y la justificación de sus "errores" en el otro.
• Sin miedo al éxito: El Mesías transita bajo el lema: ‘un cambio radical sin temores’. Eso hace que el ciudadano perciba propuestas de 180° y adhiera a ellas en contraposición a los políticos tradicionales que son percibidos como cambios de 360° debido a los maquillajes que le ponen a la retórica tradicional. Por otra parte, aquí entra en juego que el Mesías nada teme porque nada tiene que perder, reforzando así el sentido de cambio: 180° vs 360°. Su condición de nada temo porque nada pierdo fortalece la construcción de la narrativa, pues acentúa una esperanza desvanecida por la polarización.
• No posee estructuras tradicionales: La estructura de acción del Mesías es básicamente personal. Rara vez cuenta con una estructura partidaria; sin embargo, esa carencia es suplida mediante las adhesiones de plataformas ciudadanas de bases de diferentes particulares y objetivos, pero que persiguen soluciones puntuales a problemas concretos y coyunturales. Las diferentes plataformas / colectivos / grupos, se adhieren en términos de movilización y apoyo, porque sus estructuras dinámicas y sectorizadas les permite atacar el problema/solución de forma rápida, aliviando la carga narrativa/discursiva, ya que la solución estará en manos de los colectivos una vez que el Mesías esté gestionando las cosas públicas.
• La ineficiencia hace a la corrupción como la corrupción hace a la ineficiencia: El Mesías lleva la carga simbólica de representar la eficacia y la eficiencia, lo cual le permite tener el aura de la honradez. Su pasado no es condenatorio como se suele percibir en los políticos tradicionales que se mueven en la corporación política. Ese pasado, lleno de "gloria", y genera en gran parte de la ciudadanía un entusiasmo ensordecedor, adhiriendo sus sentimiento a cada cada metáfora o parábola utilizada en la narrativa discursiva del Mesías.
En conclusión, la frustración de los ciudadanos con la política tradicional y su pérdida de confianza en las estructuras políticas convencionales debido a la polarización y la falta de solución a los problemas reales han creado un contexto propicio para la emergencia de un Mesías político. Este Mesías, caracterizado por su empatía con el ciudadano cansado de ser ignorado, representa una alternativa a los políticos tradicionales que a menudo parecen estar más preocupados por intereses particulares y corporativos que por las necesidades reales de la sociedad.
El Mesías, con su relato sostenido por metáforas y parábolas, ilustra las deficiencias del sistema tradicional y, a su vez, plantea medidas estructurales y radicales para abordarlas. Desde su posición por fuera del sistema establecido, lo convierte en un símbolo de cambio y ruptura, que junto a la desatención del sistema tradicional solo fortalece su imagen como redentor para aquellos que anhelan un nuevo enfoque de cómo entender, gestionar y ejecutar los asuntos públicos en pro del ciudadano. En última instancia, el surgimiento del Mesías político refleja el deseo de transformación y la búsqueda de una alternativa de mayor autenticidad y comprometida con los problemas reales de la sociedad por parte de los ciudadanos hartos del statu quo.
Indudablemente, la irrupción del Mesías político trae consigo aspectos positivos al ofrecer una alternativa fresca y comprometida para aquellos desencantados con la política tradicional. Sin embargo, este fenómeno plantea interrogantes significativos, y el aspecto más controvertido es el cambio gradual en la percepción del Mesías por parte de la ciudadanía, pasando de considerarlo como un 'libertador redentor' a vincularlo con la 'infalibilidad de conocimientos revelados'.
Este riesgo puede generar preocupaciones sobre la concentración de poder y la infalibilidad. Además, la adoración ciega y la dependencia excesiva de un líder carismático pueden erosionar la diversidad de opiniones y socavar la rendición de cuentas necesaria en una democracia sana. Por lo tanto, mientras que la llegada del Mesías puede parecer esperanzadora, es esencial mantener un equilibrio crítico para garantizar que las voces diversas y las perspectivas democráticas sigan siendo fundamentales en el proceso político.
Ahora bien, los procesos ciudadanos están echando sus cartas, y la llegada del Mesías político, a pesar de las posibles contradicciones y riesgos inherentes, se presenta como una necesidad urgente en un contexto donde el sistema político tradicional ha demostrado sus limitaciones y consecuencias conocidas. Este cambio es esencial para revitalizar la política y abordar los problemas reales de la sociedad. Sin embargo, para asegurar que este nuevo enfoque no caiga en los mismos vicios del pasado, es imperativo que la ciudadanía ejerza un mayor control, sea crítica y participativa de manera constante. Pues, la vigilancia activa y la responsabilidad cívica son esenciales para garantizar que el Mesías y cualquier otro líder político sean responsables y transparentes en su gestión, y que el cambio sea verdaderamente beneficioso para la sociedad en su conjunto, sino se estaría frente a ese refrán popular que dice:
"se cambió de collar, pero no de perro".
Mi opinión del 31 de agosto; y hoy publicado en mi blog.
#Democracia #Republica #Lider #Liderazgo #Representacion #Ciudadano #Votante #Elecciones #Candidato #CambioPolítico #Plataforma #ResponsabilidadCiudadana #MesíasPolítico #SistemaPolítico #TransformaciónDemocrática #DemocraciaActiva #CiudadaníaEmpoderada #NuevaDirecciónPolítica #CambioReal #ParticipaciónCiudadana #CollarPolítico #LuzDelCambio #RenovaciónPolítica #RedentorFueraDelSistema #DemocraciaEnAcción
Kommentare