NO SOLO SE TRATA DE SENTARSE
- Victor
- 24 sept
- 3 Min. de lectura
El lenguaje silencioso de tu silla: cómo tu postura habla antes que tus palabras.
Una silla vacía dice mucho, pero mal “llenada” puede arruinar todo tu esfuerzo comunicativo. Entre lo que dices y lo que tu cuerpo muestra, siempre gana el cuerpo.

Tendencias que guían, posturas que definen
La comunicación humana va mucho más allá de las palabras. Lo repetimos una y mil veces y nunca sobra. Gran parte de lo que expresamos se transmite a través de gestos, microexpresiones faciales, el ‘outfit’ elegido… y, sobre todo, de nuestra postura:
• Sentarse no es un acto neutro: es un mensaje.
• Sentarse es tomar posición (apertura/cercanía – protección/reserva).
• Sentarse es invitar o expulsar (pasos fronterizos).
En el plano personal y en el profesional, la forma en que ocupamos la silla proyecta confianza, apertura o inseguridad. No determina quiénes somos —nadie es solo su postura—, pero sí marca cómo los demás nos perciben. Y en comunicación, la identidad/imagen y la percepción/realidad se confunden con facilidad.
Ocupando tu espacio: poder y confianza
Las posturas abiertas dicen: “aquí estoy y estoy seguro de estar”.
Espalda erguida, hombros hacia atrás, brazos cómodos: un cuerpo que ocupa su espacio envía un mensaje de seguridad y autoaceptación.
En una entrevista laboral, en una reunión con clientes o en un debate profesional, sentarse así sugiere preparación, participación activa y dominio de la escena.
Recuerda, sin embargo, que no se trata de sobreactuar: la diferencia entre confianza y altanería es sutil.
• Espalda recta y hombros relajados: proyecta atención y respeto.
• Posturas expansivas moderadas: brazos sobre los apoyabrazos, piernas ligeramente separadas, sin exagerar. Muestra dominio y confianza sin necesidad de palabras.
Fomentar conexión: apertura y cercanía
La confianza no solo se construye desde la autoridad. También se construye desde la apertura. Y ahí la silla puede convertirse en un puente.
• Inclinarse ligeramente hacia adelante: demuestra interés genuino. Esa mínima inclinación es un “te escucho, lo que dices me importa”.
• Piernas abiertas y brazos relajados: un cuerpo sin barreras invita a la conversación. A diferencia del cruce defensivo, una postura abierta transmite empatía y cercanía.
En contextos personales —amistades, pareja, redes de contacto— esta apertura corporal suele ser más efectiva que cualquier palabra ensayada.
Erigiendo barreras: protección y reserva
Nadie se libra: todos, en algún momento, levantamos muros con nuestro cuerpo porque el “instinto de preservación” está en nuestro ADN. Y ello está bien, y comunicarlo es la forma de poner límites en las relaciones personales y profesionales. Las más conocidas son:
• Brazos cruzados: símbolo universal de defensa. Puede ser desacuerdo, incomodidad o simple reserva.
• Piernas cruzadas en “4”: tobillo sobre rodilla, un clásico de la terquedad. Competencia, tensión o desafío, especialmente en entornos masculinos.
Importante: no se trata de satanizar estas posturas, sino de leerlas con contexto. Porque, por ejemplo, a veces cruzamos los brazos porque tenemos frío, no porque queremos frenar el diálogo.
El contexto lo es todo: sin él, toda comunicación corre el riesgo de fallar
El lenguaje corporal no es matemática exacta. Una postura aislada puede confundir; lo que cuenta es el patrón, la coherencia entre cuerpo y palabra. Y la pregunta clave es:
¿Mi cuerpo dice lo mismo que mi boca?
Si alguien dice estar abierto a una idea, pero se reclina hacia atrás con los brazos cruzados, hay disonancia. Y esa disonancia se percibe más rápido de lo que creemos.
El lenguaje silencioso de tu silla
Sentarse es mucho más que apoyar el cuerpo. Es ocupar un lugar en la interacción. Es establecer un territorio con sus pasos fronterizos por donde transitarán parte de los mensajes (apertura), y junto a ello, también levantar un muro invisible para la preservación.
La próxima vez que tomes asiento, recuerda: tu silla siempre habla. Y a veces lo hace más fuerte que tus palabras.
Por Victor Olivares
Para profundizar en el tema
Este artículo es introductorio, una invitación a mirar con otros ojos un gesto cotidiano. Si quieres ir más allá, aquí algunas obras de referencia:
• Albert Mehrabian (1972) – Nonverbal Communication. Obra seminal que subraya el peso del lenguaje no verbal en la percepción: 55% cuerpo, 38% voz, 7% palabras.
• Paul Ekman & Wallace Friesen (1969) – The repertoire of nonverbal behavior. Una mirada a la universalidad de las expresiones y a cómo reflejan emociones internas.
• Joe Navarro (2008) – What Everybody Is Saying. Manual práctico sobre señales de comodidad/incomodidad en el cuerpo, escrito por un exagente del FBI.
Comentarios