Sufrir o no sufrir
- Victor
- 25 mar 2021
- 3 Min. de lectura
Qué nos pasa cuando salimos de la zona de confort, nos caemos en la trampa de índole mental en comunicación

Cuando se habla desde la zona de confort, todo es fácil pues estamos con los niveles de confianza en todo su desarrollo; sin embargo, cuando por cualquier motivo se sale de dicha zona comienzan los temores. ¿Qué es lo pasa?.
Pasa que la zona se convierte en un área de doble trampa:
“no hablo porque la zona es insegura (primera trampa), pero sí no hablo no lograré crear la zona de confort para hablar con confianza (segunda trampa)”;
y esa situación produce una ‘trampa de índole mental’ que hay que superar en el acto de la comunicación interpersonal o grupal.
Esa trampa se circunscribe en ‘confianza’. Sí se tiene niveles de confianza altos, se minimizan todos los riesgos que produce el temor a diferentes tópicos como: conocimiento, ridiculez, postura físicas…. La contracara se da al salir del área de la comodidad y el orador se encuentra expuesto, entonces, sus niveles de confianzas comienzan a bajar surgiendo sus ‘temores’. En consecuencia, para contrarrestar ese ‘estado’ se debe activar los ‘hábitos’ que crean una nueva zona de confort (confianza) que permite establecer una comunicación positiva.
Romper la trampa requiere de hábitos activadores de confianza, entonces, estas cinco recomendaciones ayudarán a desactivar el temor y activar el ‘coraje’ de la confianza…
1° Recomendación: Aunque es obvio, debemos comenzar hablando sobre algo que conocemos y sobre todo bien. Esto requiere preparar una batería de conocimientos previos sobre el tema en cuestión y hacer esquemas de conceptos de acuerdo a relevancia.
2° Recomendación: Conozca a sus interlocutores (o al menos averigüe lo que más pueda de él o de ellos). Cada interlocutor tiene su particularidad, y en función a ello se debe planificar el contenido y métodos para abordar el acto comunicativo. Estos tipos de interlocutores los podemos sintetizar en los siguientes:
Aquellos que son movidos por las acciones (ultra prácticos).
Los que se vinculan con los métodos / procesos (planificadores para luego pasar a la acción).
Los que tiene su eje de pensamiento en las ideas (son imaginativos).
Los que tienen un enfoque hacia las personas (mirada servicial y colectiva).
3° Recomendación: Conocer el tema, elaborar cuadros conceptuales y de relevancias, y detectar tipo de interlocutor, son los proveedores de “la práctica hace al monje”. Seguramente, muchos creen que se habla de forma espontánea, pues bien, eso que uno cree es la costumbre que produce estar dentro de la zona de confort ya que en dicha zona esa costumbre se traduce en confianza. Ahora, cuando la zona de confort se desvanece (por diversas razones), se necesita un esfuerzo extra: el entrenamiento de habilidades dormidas por la combinación de costumbre/confianza.
4° Recomendación: En la mayoría de los casos, no solo es el orador quien se encuentra fuera de la zona de confort; también su interlocutor (audiencia) se encuentra en esa trampa mental. El otro o los otros, también salen de la zona de confort y encuentran temores. Esta situación juega a favor del orador, pues se le reconoce “ese” coraje extra para dar el primer paso y lograr un proceso de comunicación. Se produce un reconocimiento a la seguridad del orador.
5° Recomendación: Ese reconocimiento de valor y coraje que se le otorga el interlocutor no es “un cheque en blanco”. Ese reconocimiento no debe interpretarse como superioridad del uno sobre el otro, sino como un acto de expectativa de lo que se tiene que decir. Esa expectativa es lo que marca la diferencia y por el cual se requiere tener el entrenamiento adecuado para lograr una comunicación positiva.
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