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Ver lo que tú quieras ver


Pasó enero, y con él, la última curva que desemboca en la recta final para ver quién llegará primero y se subirá al podio del Gobierno de Bolivia. Candidatos, muchos; propuestas, pocas; y una sobredosis de encuestas de opinión.


Con asombro y sin ninguna vergüenza, influencers de aquí y de allá, de dudosa trayectoria y credibilidad filosófica-política, que se hicieron "conocidos" a través de la burla y la sátira, ahora pretenden erigirse como visionarios, marcando tendencias sobre a quién votar. A ellos se suman otros, más reconocidos por su gestión profesional, quienes—con menos vaivenes filosófico-políticos—analizan cómo el ciudadano se mueve de un lado a otro, gambeteando o dando pases agraciados a tal o cual candidato.


Más acá o más allá, están los forjadores de opinión, aquellos que en su momento gozaron de una sabiduría filosófica-política que los hizo grandes, pero que hoy solo conservan un viejo y arrugado cascarón. Las nuevas tecnologías de la comunicación los han "secado por dentro", y aun así, siguen arrojando "luz" con sus sondeos y análisis de lo que no fue… Y así podríamos seguir.


Sin embargo, quiero detenerme en algo que alguna vez leí en una vieja pared del Gran Buenos Aires: "Ver lo que tú quieras ver". Esa frase resalta cómo la percepción de la realidad está influenciada por el enfoque que cada persona elige adoptar. En el caso de las encuestas previas a las elecciones, cada actor político selecciona y resalta los datos que más le favorecen, construyendo así su propia versión del horizonte político.


Las encuestas, al igual que la reja de cualquier ventana, pueden ser vistas como una prisión que limita la percepción o como una simple referencia dentro de un panorama más amplio. Porque los barrotes, por más finos que sean, parten un todo mayor ideado por alguien que diseñó la ventana.


Si uno se aferra ciegamente a los resultados de las encuestas, la visión del futuro estará determinada por ellas, pues son ellas las que forjan los hierros de las rejas, cruzándose y colocándose de manera estratégica para embellecer la ventana. ¿Se entiende? Así son los sondeos: siempre estarán influenciados por el todo de la ventana y, en función de ello, colocan los barrotes según convenga, sin importar que a través de ella pasan las miradas, tanto hacia afuera como hacia adentro, porque buscan una sola mirada.


Entonces, el votante—acribillado (en positivo o negativo) por la vida misma—toma las encuestas como un lente de aumento que le permite ver el futuro, sin darse cuenta (quizá por omisión, por acción o por inexperiencia) de que está viendo solo lo que los hierros forjados quieren que vea. Y hoy, a meses de dar un giro, no de 360°, como proponen algunos al intentar suplantar la lógica política por la lógica empresarial.


El giro debe darse, y la sociedad siente que está preparada para ese cambio de rumbo. Solo que ahora cada ciudadano, con una mirada crítica producto del análisis y la experiencia personal, podrá trascender la estructura impuesta y ver más allá. Ese ciudadano conoce de cambios de timón, porque, como en cualquier orden de la vida, la clave está en reconocer estos filtros y decidir conscientemente qué elementos considerar y cuáles ignorar para tener una visión más amplia y propia del mundo.


Ciudadano boliviano, analice su historia, la historia de los candidatos y de sus partidos. Examine sus propuestas del presente y su viabilidad futura. Y cuando llegue el momento, acuda a las urnas con raciocinio, cordura y honestidad consigo mismo. Deje en la puerta del cuarto oscuro las pasiones y las promesas vacías, porque cuando cierre esa puerta, si ha elegido bien, ese cuarto oscuro dejará de serlo y se iluminará para tu propio bien y para el bien del país.


Por Víctor Olivares


 
 
 

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