¿Y por qué hay que intentarlo?
- Victor
- 30 jun 2021
- 3 Min. de lectura
Rastrear y mapear del por qué comunicamos lo que comunicamos es una tarea que debemos hacer. Intentarlo no cuesta nada y tiene muchos beneficios, pues, contribuye a tener una eficiente comunicación personal.

A lo largo de la vida, se cosechan experiencias en comunicación que van moldeando el juicio comunicativo. En la vida adulta, se tiene un conjunto de esquemas de cómo relacionarse entre sí los individuos y estos con la sociedad, relaciones que están mediadas por actos de comunicación. Sin embargo, pese al recorrido que el individuo experimenta, existe un momento en el que se debe revisar cómo son los actos de comunicación para comprender por qué se desencadenaron determinados acontecimientos y no otros.
La manera de cómo se llevan los actos de comunicación, determinarán un modo de ‘ser’ comunicacional, y por ello, es necesaria la tarea de rastrear y mapear el perfil comunicacional de los individuos para comprender las consecuencias de las comunicaciones.
La herramienta para comprender el perfil comunicacional es rastrear y mapear, son las siguiente:
· Agradece…, es la llave de la próxima puerta.
Llegar a la meta es motivo de satisfacción y celebración. Sin embargo, hay una creencia de que las “cosas y los hechos” vienen dados porque siempre estuvieron allí al alcance de la mano. Arribar a la meta (en mayor o menor medida) requiere de la intervención de factores que están condicionados por otros. Reconocer ello, es un acto de hidalguía al comprender que en los otros radica una parte del éxito, y la comunicación para el agradecimiento es quién expresa el reconocimiento.
· El error… es parte del camino del éxito.
Los errores en el acto de comunicación pueden tener múltiples causas, por lo cual se requiere un trabajo de análisis de por qué se dio tal error. Este ejercicio alimentará las decisiones para los próximos actos comunicativos, y con ello se disminuyen los márgenes de equivocaciones y se aceleran los procesos para llegar a la meta.
· La práctica… hace al monje y viceversa.
Todas las personas poseen habilidades, alguna de ellas será fáciles de desarrollar más que otras. Sin embargo, la habilidad de comunicación es una de las habilidades constituyente del individuo por la cual hay que trabajarla de manera continua para que rinda en todo su potencial.
La destreza del ‘monje’ es incorporar los hábitos del ´templo’ que son condicionantes para llegar a ser el mejor. Sin embargo, el ‘monje’ ejerce una presión sobre el ‘templo’ llevando innovaciones de acuerdo a su experiencia. Ello crea un espiral ascendente de superación.
· Ser…simple, breve y resiliente.
La comunicación no es estática, es dinámica en todo su esplendor. En ese dinamismo, se debe evaluar aquello que se identifique con lo verdaderamente importante y cómo el individuo se concentró en él para lograr una comunicación en positivo. A su vez, al estar en pleno movimiento, en determinados momentos pueden presentarse situaciones adversas que marca una experiencia traumática comunicativa, y aquí es donde el individuo se manifiesta para dejar atrás el sufrimiento que ha causado ese acto de comunicación. Desarrollar la resiliencia es contribuir en la búsqueda de caminos simples y rápidos a la meta trazada.
NOTA:
Estimado lector…
La entrada es introductoria y por supuesto hay mucha tela que cortar. Sin embargo, considero oportuno y de utilidad decirles que cualquier duda, consulta o tema de comunicación personal que deseen ahondar, no duden de enviarme un correo, y a partir de allí estableceremos un acto de comunicación en positivo, donde ambos no enriquecemos.
Recuerda que los costos de asesoramiento son 0 (cero, zero, nada, sin costo… ¿se entiende?), y seguramente te preguntarás por qué, porque creo que esa es la manera de agradecer y realizar un acto de reconocimiento a aquellas personas que de forma desinteresada fueron mostrándome lo mejor (y lo no tan mejor) para que transite este bello camino de la comunicación social…
Fraternalmente… Victor
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